jueves, 28 de mayo de 2009

Insumos litúrgicos junio 2009 La Espiritualidad Cristiana

Despejando incógnitas

La familia de palabras que englobamos bajo el título de espiritualidad, que incluye términos como espíritu y espiritual, merece algunas aclaraciones. Desde temprano en la vida del cristianismo este grupo terminológico se vio afectado por confusiones semánticas y teológicas. No es intención de este trabajo desarrollarlas, pero basta al menos mencionar que la influencia del gnosticismo y de la cultura griega en general, dio al binomio carne-espíritu motivo de muchas páginas y disputas.

Tanto en la tradición católica como en la protestante, la reiterada confusión de carne y cuerpo fue creando una moral donde el deseo es sospechado de pecaminoso y la sexualidad se ha llevado en esto la peor parte. Pero este aspecto, también excede los alcances de nuestro intento. A quienes tengan interés de profundizar un poco acerca de las cuestiones entre carne-cuerpo-espíritu, recomiendo la lectura de Beber en su propio pozo, de Gustavo Gutiérrez (especialmente pp 74-97).

Una vertiente del protestantismo fue ganando terreno en su peculiar interpretación de la espiritualidad, dándole no sólo ese acento moral, sino también individualista. La espiritualidad tiene que ver, según esta visión, con la relación Dios-yo de un modo tan estricto, donde el otro y la dimensión comunitaria no tienen espacio.

Sin embargo, Juan Wesley en el siglo XVIII planteó estas cuestiones desde otra perspectiva: habló de santificación, otorgándole dos dimensiones inseparables: personal y social. Todo lo que tiene que ver con el ejercicio de la condición de discípulo de Jesús es el camino de la santificación. Pablo había ya había hablado de esto denominándolo vivir en el Espíritu (ver Romanos 8). No se trata de que Wesley renombrara un concepto ya desarrollado en las Escrituras, sino que realizó una síntesis de varios elementos constitutivos de la vida del cristiano y de la Iglesia.

Wesley recupera lo inseparable del vínculo personal y social con Dios. En sus propias palabras:

El Evangelio de Cristo no reconoce otra religión que la social ni otra santidad que la santidad social. Este mandamiento tenemos de Cristo: ‘que el que ama a Dios, ame también a su hermano’.

La santificación reúne varias dimensiones de la experiencia de fe y Wesley enfatizó la necesidad de no separarlas. Theodore W. Jennings en su recomendable obra Santificación y transformación social, enumera cinco aspectos de la santificación en Wesley: la transformación del corazón, la relación con las personas, la relación con el mundo, la relación con los marginales y la relación con Dios.

De esta manera, podemos comprender que cuando hablamos de espiritualidad, desde la Escritura misma y pasando por nuestra propia fuente “familiar-denominacional”, estamos diciendo mucho más que experiencias intimistas con Dios o con asuntos vinculados a conductas morales. Estamos hablando de nuestra experiencia de vida en el seguimiento de Jesús.

Dietrich Bonhoeffer: la espiritualidad encarnada

En la Asamblea Ministerial de la congregación llevada a cabo en octubre de 2008, se planteó la necesidad del crecimiento de la iglesia en múltiples dimensiones. Una de ellas, tenía que ver con la comunión con Dios y con la fraternidad de la iglesia. Otra con el servicio y testimonio en el mundo. Podemos afirmar que ambas dimensiones se sintetizan en el concepto de espiritualidad que pretendemos ofrecer aquí.

La misma asamblea aconsejó que la Comisión de Liturgia viera la posibilidad de tratar el tema de la espiritualidad en los cultos del mes de junio de este año. En consecuencia es que abordamos ahora la temática para ser desarrollada en el transcurso del próximo mes.

La propuesta es tomar cada domingo del mes de junio uno de los temas que Bonhoeffer plantea en su libro Vida en comunidad. Omitiremos el capítulo 2, ya que no es adecuado a nuestra realidad y ahora explicaremos el por qué.

Cuando el gobierno de Adolf Hitler en Alemania desarrolló e impuso sus teorías sobre la supremacía racial, el tema dividió aguas en el seno de la Iglesia Evangélica Alemana. Una mayoría timorata prefirió no enfrentar al régimen, sin embargo un grupo consideró inaceptables para la fe cristiana los postulados del Nacional Socialismo Alemán. Este grupo conformó la Iglesia Confesante, integrada entre otros, por Bonhoeffer, pastor y profesor de teología.

Las tensiones entre el gobierno y la Iglesia Confesante, resultaron en la persecución de los integrantes de esta expresión del pueblo cristiano. Se formó un seminario para capacitar a los futuros pastores de esta iglesia en la resistencia y la casi clandestinidad.

Vida en Comunidad es un material que Bonhoeffer escribió para la vida espiritual dentro del seminario. La riqueza y profundidad de su contenido lo convirtieron en un verdadero manual de espiritualidad cristiana para todos.

Tal como decíamos anteriormente, el capítulo 2 está dedicado a cristianos que viven juntos, como era el caso de los seminaristas a quienes fue dirigido el material originalmente, por ello no lo tendremos en cuenta para nuestra propuesta de mini calendario litúrgico para el mes de junio.

Unas palabras más sobre la vida y la fe de Bonhoeffer. En su primera predicación (1925) afirmaba: “El cristianismo implica la decisión”. Fueron palabras que anunciaban lo que sería su vida, su ministerio y su martirio en el campo de concentración de Flossenbürg, el 9 de abril de 1945.

Bonhoeffer ocupó gran parte de sus estudios y pensamiento a desentrañar el significado último de la experiencia de la fe en Cristo. Solía repetir: “Jesús nos llamó, no a una nueva religión, sino a una nueva vida”.

La espiritualidad en Bonhoeffer no tiene nada que ver con la ilusión de paisajes llenos de quietud y placer interior. El vínculo que une al cristiano con su Señor está signado por la misión misma que Cristo le asigna: estar en el mundo para traer la paz a los enemigos de Dios. El comienzo del libro en el que nos apoyaremos durante este mes lo enuncia en su primera página:


No es nada natural para el cristiano el poder vivir entre cristianos. Jesucristo vivía en medio de sus enemigos. Por último lo abandonaron todos sus discípulos. En la cruz estaba completamente solo, rodeado de malhechores y blasfemos. Él había venido para traer la paz a los enemigos de Dios. Por esta razón tampoco el cristiano pertenece al retraimiento de la vida monástica, sino que su lugar está en medio de sus enemigos. Es allí donde está su misión, su trabajo.


Bonhoeffer habla de una realidad pneumática (espiritual) opuesta a una realidad psíquica, del modo en que el apóstol Pablo opone espíritu con carne. Lo espiritual es el producto de la obra de Dios en la humanidad, es aquello a lo que accedemos por gracia. Por ello Pablo habla de vivir en el Espíritu (Romanos 8), la vida del cristiano es de acuerdo a Cristo y su obra.

En cambio, Pablo llama carne o carnal a la vida vivida desde el esfuerzo humano, prescindiendo de Dios y su gracia. Vivir conforme a la carne es el cumplimiento de lo susurrado por la serpiente en el Edén: serán como dioses, no se necesita depender de Dios. Bonhoeffer denomina a esto realidad psíquica.

La relación entre cristianos y la relación de los cristianos con la realidad, según Bonhoeffer, se rige por esta premisa: la realidad pneumática (espiritual). Entonces, cuando hablamos de espiritualidad, siguiendo el camino trazado por Pablo, por Wesley y por Bonhoeffer estamos hablando del modo en que comprendemos y vivimos la experiencia de y con Jesucristo desde la óptica de la gracia y la justificación por la fe. Es una espiritualidad que reclama una ética y una manera concreta de vivir la iglesia y su misión en el mundo.


En las próximas semanas subiremos los insumos para cada domingo

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